24/12/09

ENTRE DOS MUNDOS


"Esta es la historia de una lucha, de muchas batallas y…de un hombre.
Era un día de enero, soleado pero muy, muy frío. Talem, un chico de 30 años, se dirigía hacia su trabajo como cada mañana al parque natural donde trabajaba de guía. Trabajaba con niños, y eso le encantaba, ya que siempre ha añorado esa inocencia, esa magia, esas ganas de vivir que tienen los niños. Y que los adultos, al paso de los años, y al paso de muchas historias, la pierden. El viaje hasta el parque natural era precioso, como siempre. Los árboles eran espectaculares, las montañas mágicas, y todo tenia un aire místico que no sabia muy bien como definirlo. Había que sentirlo.
Todo parecía ir bien, y Talem tenía ganas de llegar a su lugar de trabajo pero…la vida nos reserva sorpresas, y no siempre son agradables. Ese día había placas de hielo en la carretera, y por lo tanto conducir era muy complicado. Talem siempre tenia cuidado, pero hoy no fue suficiente con eso. Al tomar una curva muy cerrada el coche patinó, debido a una placa de hielo, el chico intentó dominarlo pero fue imposible, y cayó por un barranco lleno de matorrales, dio varias vueltas de campana y se estrello contra un fuerte roble que paró la caída. Nuestro amigo pudo abrir los ojos, y lo que vio lo dejo más helado de lo que estaba. El coche estaba completamente destrozado en el barranco, y el, por lo que podía ver y sobretodo sentir, también. Sangre por todos lados y dolor, mucho dolor. Con esa imagen tan terrible y con esa sensación agónica Talem empezó a ver todo muy oscuro y empezó a perder la consciencia. Pero antes de sumirse en ese mundo entre mundos, pudo ver como una luz anaranjada se acercaba, era la ambulancia. Justo en ese momento, nuestro protagonista dejo de sentir el mundo que le rodeaba.

Talem se encontraba en un bosque. Era como esos bosques de fantasía que tanto había visto en la literatura que leía. Normalmente disfrutaba con esas lecturas, acurrucadito en su sofá y con la seguridad de su hogar. En este momento esto era diferente, se acordaba del accidente que había tenido y sabía que no estaba tranquilo en su hogar. ¿Estaba en el cielo? ¿Estaba en el infierno? No lo sabía. Lo que estaba claro es que no estaba en el mundo que el conocía. Avanzó por un sendero que transcurría entre árboles jamás soñados, caminaba como un fantasma. ¿Acaso estaría muerto? El pobre no tenia ni idea. Al cabo de lo que le parecieron diez minutos, encontró un árbol muy particular. En verdad era muy parecido a todos los que había en el sendero, pero este tenia una diferencia importante respecto a estos. Alguien había construido una casa entre sus raíces. La puerta estaba entreabierta, con cuidado…entró.
Lo que vio fue lo más asombroso que había visto nunca. Era una casa tan acogedora y magnífica que se hubiera quedado ahí para siempre. Era una casa de una sola habitación, pero grande. Nuestro amigo no se podía imaginar como aquello podía caber dentro de un árbol. En las paredes había muchas estanterías con un montón de libros, Talem se acerco para verlos de cerca y la verdad es que los títulos eran muy raros y no le sonaban de nada. Había en el centro una mesa cuadrada con unos pergaminos y unas velas de miel encima. La casa no estaba a oscuras, pero si que estaba en penumbra, provocada tal vez por el juego de sombras que hacían las velas. Que se mecían sin saber muy bien porque, ya que no corría ni pizca de aire. Precisamente esa penumbra, o quizás el alucinamiento de Talem, fue el causante de que hasta que no pasó un buen rato, desde que entrara en la casa árbol, no se diera cuenta de que un hombre bajito con una barba gris, y vestido con una tunica blanca le estuviera mirando. Se quedó helado. El hombre lo miraba con una tranquilidad absoluta, y estaba junto a una de las paredes de la casa. Debajo de un cuadro enorme que Nuestro amigo no sabia con claridad que representaba. El anciano, señaló una de las dos sillas que había junto a la mesa, y Talem comprendió que le estaba invitando a sentarse. El morador de la casa, se sentó al lado de el.

- ¿Donde estoy? Preguntó Talem.
- Me llamo Astor y esta es mi casa, estas “Entre Dos Mundos”.
- ¿Estoy muerto?
- Aun no, pero podrías estarlo en breve. Eso dependerá de tus ganas de volver a tu mundo, y de tu valentía.
- ¿Que he de hacer para volver a la vida? Preguntó un tanto angustiado Talem
- Para evitar la muerte, salir de “Entre Dos Mundos” y volver a la vida, has de pasar una prueba. Escucha con atención.

Astor le explicó en que consistía la prueba, y nuestro valiente amigo escuchó atentamente. La prueba trataba de que Talem tenía que buscar una hoja de un roble blanco. Que solo se encuentran al lado del río que hay en el extremo oeste de “Entre Dos Mundos”, y traérsela a Astor, antes de la medianoche. Nuestro aventurero no perdió tiempo alguno y fue en busca de su salvación. Tuvo que pasar por mil y una calamidades, sufrió, aguanto situaciones que pensaba que jamás soportaría. Lo que tuvo que hacer en ese viaje bien valdría otra historia aparte, pero lo consiguió. Encontró al lado del río un gran roble con las hojas blancas, cogió una e hizo el camino de vuelta a casa de Astor.

- ¿Me has traído lo que te pedí? Preguntó el anfitrión.
- Si, señor. Aquí tiene la hoja de roble. ¿Volveré a la vida?
- Eso depende de lo que me diga esta hoja. Ella me dirá si te mereces La vida o no.

Talem empezó a ver a Astor borroso, y se desvaneció. ¡Dios mío! Pensó, he fracasado. Voy a morir. De pronto empezó a sentir un pitido, como de una máquina que marcará algún ritmo. Veía borrosamente personas vestidas de verde y escuchó una voz que decía. Ritmo cardiaco estable, ¡lo hemos conseguido! En un instante Talem hizo un intento de sonrisa. Sí, lo había conseguido, tenia una segunda oportunidad. " Wizard