29/5/12

ASEDIO




Aquí estoy a las puertas del castillo de Taret, último lugar a destruir por nuestras fuerzas. Sentado en una roca veo a los hombres y mujeres preparar el asedio, algunos rostros serios, otros nerviosos y algunos riendo…todos cansados. Todo normal, no parece un día especial, limpio mi espada con atención, con cuidado, como si fuera una flor única que ha de llevarse a una princesa delicada y bella. El castillo parece tranquilo pese a la inminente invasión, y sus habitantes  parecen esperar con aparente tranquilidad.
El mar de antorchas es enigmático y relajante pese al movimiento humano. Todos preparan la última batalla con harmónica precisión y con calma. Todo está estudiado, nos movemos como gigantescos planetas en la oscuridad de la noche. Todo tiene un sentido.


Suena un cuerno en mitad de la noche

Escucho el sonido del cuerno, del metal contra el metal, huelo el miedo, la rabia…huelo a muerte.
Noto un sabor amargo en mi boca, una rabia infinita se apodera de mí. Los rostros que veo pertenecen a máquinas de matar, mi espada ya no es una bella flor, es metal hecho muerte, es reflejo de infierno, es lengua con ganas de sangre.
El castillo enemigo se eleva como una ola de acero al rojo vivo, hay movimiento en sus muros. Se preparan para detenernos con máquinas sacadas de pesadilla.
Nuestro mar de antorchas se transforma en un infierno, un mar salvaje con pretensiones de aniquilar todo a su paso. Ya no hay calma, hay explosiones en este universo, todo es caos.

Oigo una voz en la oscuridad

Alguien dice algo con voz firme, es el capitán. Sus órdenes son claras pese al ruido, no hay que dejar nada a nuestro paso, hay que romper la piedra, fundir el metal, quemar la carne. Todo que no sea nuestro ha de ser eliminado. Todo soldado enemigo, todo niño, todo civil ha de ser ejecutado sin piedad.

Silencio negro

Todos en formación, yo en primera línea, mi caballo con sus ojos inyectados en sangre. Nos repiten de nuevo las órdenes y nos dan una última arenga.
Silencio que precede al ciclón. Todo a mí alrededor va lento, todo lo escucho tenue, amortiguado.

Grito de muerte

Un grito salido de los peores cuentos de pesadilla, un grito que nos hace movernos imparables hacia el enemigo. Ganas de muerte, de destrucción, sabor de metal oxidado en mi lengua. No hay marcha atrás, somos ángeles exterminadores y buscamos un lugar en el mismísimo averno. Miro al cielo.

Luz

Luz en el cielo que se mete en mi mente ¿Qué hacemos en ese lugar? ¿Quién en su locura nos lleva acometer estos crímenes? ¿En nombre de quién o de qué? ¿Por qué nos llevan a la muerte? Quiero ir a casa, abrazar a mi mujer, jugar con mi hijo, reírme con los míos, ver el sol y dejar que la lluvia moje mi cara. Lluvia de flechas, gritos en la noche, sangre en mis manos. Tengo miedo, mucho miedo.


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