Desde el tejado se
divisan las luces de la ciudad. Al fondo recortándose en la noche, la línea que
da comienzo al bosque. El bosque, el oscuro salvaje.
La llamada se mete en mi
mente, el aire huele distinto, una supervivencia anclada resurge con furia y me
hace sentir a fuego días de hogueras entre la maleza, viejos senderos, luna y
noches sombrías.
Mi vista se agudiza y
penetra la noche, resquebrajándola. Veo la esencia de la nocturnidad, y esta me
hace de guía.
Mis ojos carmesí
contemplan la ciudad. Más allá el bosque, el oscuro salvaje.
Mis oídos captan los
sonidos que la noche esconde, los que son los antepasados de los susurros. Centran
su atención sobretodo en otro tipo de sonidos, los que me preparan para lo que
va a suceder esta noche.
Mis orejas se erizan al
notar la ciudad. Más allá el bosque, el oscuro salvaje.
Mi tacto se agudiza, noto
el frío suelo bajo mis pies, pero es un frío amortiguado, no causa molestia.
Absorbo la electricidad del ambiente y noto su calor en cada célula de mi
cuerpo, en cada músculo. Me siento eterno, me siento infinito.
Mi piel se estremece al
notar los cambios de la ciudad. Más allá el bosque, el oscuro salvaje.
Mi olfato detecta
sensaciones ocultas, entre ellos, sentimientos escondidos en los débiles
corazones. Amores ocultos, perversiones, engaños, melancolías y sueños rotos.
También alguna que otra alegría me llega lejana.
Mi nariz se ensancha, y
de repente recibo el olor del miedo de la ciudad. Más allá el bosque, el oscuro
salvaje.
Capto el gusto agridulce
de la ciudad, mi lengua se eriza al notar la electricidad del ambiente. Mis
encías tienen pegadas el sabor del hierro,
Mi boca saliva, mis
dientes se vuelven cortantes, noto el bullir de la sangre de la ciudad. Más
allá el bosque, el oscuro salvaje.
La noche me acuna en sus
brazos, me invita a adentrarme en sus caminos. Me lleva el alma en volandas
hacia su titilante penumbra. La luna me guía y vigila mis pasos, aulló,
aulló…le dedico esta noche.
Caigo al vacío cortando
el frío aire nocturno, mi cuerpo se tensa y aterrizo en el suelo. Entre las
sombras de la ciudad recorreré el camino hasta su última frontera, entonces me
adentraré en el bosque…el oscuro salvaje.